Manfredo Segre fue un italiano soñador, optimista y de una inagotable energía, que amó intensamente la vida que vivió a pesar de haber tenido que dejar su Milán natal por razones políticas.
Pertenecía una familia de seis hermanos: tres hombres, que vinieron todos a la Argentina, y tres mujeres, dos quedaron en Italia y una emigró a Brasil.
Manfredo tuvo cinco hijas mujeres. Él era feliz con sus chancletas, como solía decir.
Una de las hijas de Manfredo nos cuenta un poco sobre su padre…
«Tengo el recuerdo de una infancia muy alegre, con cuatro hermanas que me cuidaban, especialmente cuando mamá se iba a visitar a los abuelos que habían quedado en Italia.
Los primos y tíos eran muy importantes para nosotros, algunos veraneábamos juntos en Miramar y de hecho, todavía hoy, mi prima Lidia es mi confidente y amiga sin igual.»
«Otro lindo recuerdo es cuando llegaban, organizados por papá, Coros Alpinos Italianos. ¡Era una fiesta porque podía escuchar las canciones repetidas por nosotros una y mil veces, pero cantadas por voces maravillosas!»
«Lamentablemente papá se fue joven, en un accidente aéreo, hace ya varios años (en 1967), y los amigos, sabiendo que habría sido su gran deseo, se unieron para construir el Refugio que lleva su nombre en el Cerro Negro, al borde de la laguna.»
«Fue toda una hazaña y los nombres que recuerdo ligados a ella son los de Marino Mazzeo, Manolo Puente, Osvaldo Bidinost y el CAB en general. Pero seguramente hay muchos más a quienes pido perdón si no los menciono… La memoria ya se hace floja!»
El refugio finalmente fue inaugurado en la temporada 1969/70.
El legado fue tan fuerte que uno de sus nietos, aún sin haberlo conocido, lo representó con un emotivo dibujo.